‘Solo nos queda bailar’: danzar contra el odio.

Fuente: Avalon (YouTube)

FICHA TÉCNICA

  • Duración: 105 minutos.
  • País: Suecia/ Georgia.
  • Género: LGBTI/ Drama .
  • Fecha de estreno: 07/02/2020
  • Productores: AMA Productions/ RMV Film/ Inland Film.
  • Directores: Levan Akin.
  • Reparto: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Giorgi Tsereteli, Marika Gogichaisvili, Nia Gvatua, Ana Makharadze.
  • Guionistas: Levan Akin.

Película seleccionada para representar a Suecia en los Premios Oscar 2020. Merab ha entrenado desde muy joven en el grupo de danza nacional de Georgia para poder ser el mejor bailarín de su país. Junto a él, como pareja de baile y compañera de historias, está Mary, aprendiendo ambos que el baile georgiano no es una simple modalidad, sino la sangre de un país plagado de prejuicios.

De repente, su mundo se ve fuertemente sacudido con la llegada a la compañía del despreocupado y rebelde Irakli, que despertará en él dos sentimientos contradictorios: el odio y, más tarde, el deseo. En este entorno conservador, Merab se verá obligado a liberarse y arriesgarlo todo.


Junio es el mes del Orgullo LGTBI. Un mes donde se conmemora los disturbios de Stonewall, que llevaron a la visibilización de este colectivo y de sus derechos. Sin embargo, aunque su situación parece ser mejor, todavía hay mucho por hacer en materia de tolerancia e igualdad: las personas LGTBI siguen sufriendo acoso por su condición, y 4 de cada 10 victimas de este tipo de violencia son agredidas por personas de su entorno. Solo 30 países aprueban el matrimonio homosexual, mientras que en 70 de ellos este colectivo sigue pe,rseguido. En 9 estados miembros de la ONU, el castigo es la pena de muerte.

La homofobia sigue enraizada en muchas mentes y en muchos territorios. Este el caso de Georgia: a pesar de que la homosexualidad es legal desde el año 2000, y siendo uno de los países del este con mayor respeto a los derechos humanos, la realidad es otra. Se estima que el 91,5% de los georgianos afirman que la homosexualidad es intolerable, no se pueden casar y mucho menos adoptar. La marcha del Orgullo de 2013, el primer desfile en este país, se tiñó de sangre con más de 30 personas heridas.

Este fue el punto para que el director se dignase a crear esta película, repleta de reivindicaciones políticas y de sentimiento. Sin embargo, no fue fácil: las compañías de baile se negaron a ayudarlo, afirmando que no hay bailarines gays (el único coreógrafo que se atrevió a hacerlo tuvo que ocultar su nombre en los créditos por miedo); los lugares donde se iba a rodar les denegaron el permiso al enterarse de la temática; hubo amenazas de muerte y fuertes medidas de seguridad, como ir rodeados siempre de guardaespaldas. El día de su estreno en el país, grupos ultraconservadores se adueñaron de los cines para amenazar a todo aquel que osase comprar una entrada y ver la película.

Fuente: Pinterest

Todas estas razones hacen la película tan necesaria, incluso en terrenos de tolerancia. Su trama, lenta pero eficaz y bien construida, se divide en dos historias ligadas: la del baile y la del despertar sexual y romántico. Ambas tienen su sentido de ser en la música y en los movimientos corporales, haciendo de ésta un disfrute para todo aquel que se sienta seducido por el mundo de la danza.

La producción es excelente, haciendo acopio de grandes escenas y grandes planos-secuencia (a destacar aquellos que suceden en la casa, casi al final de la película). También hay que alabar al reparto (por cierto, no profesional, ya que esta es su primera película): no solamente a Levin, que está increíble, sino también los personajes secundarios (quiero resaltar las reacciones de Marian y el hermano de Merab, que nos dan dos lecciones maravillosas). Y, sobre todo, ese final abierto que nos alienta a pensar el siguiente paso del protagonista.

Todos estos ingredientes hace de ‘Solo nos queda bailar’ una obra profundamente conmovedora, un canto a la libertad, al respeto y a la tolerancia; y, sobre todo, un contundente manifiesto político por el cambio.

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